“El ‘rati’ (policía) hizo pum, pum, pum y salimos corriendo. ‘Huguito’ dijo ‘me han coheteau (sic)’ y nos fuimos”. Con el tono de voz de un niño, J, de 14 años, el único aprehendido por el hecho, describió con la frialdad de un asaltante de años cómo fue el intento de atraco en el que perdió la vida el agente Leandro Matías Meyer.
El miércoles por la noche, el policía de 26 años que prestaba servicio hacía un mes en la Dirección de Guardia Urbana y que había sido papá de una beba hace 10 días, regresaba a su casa en Villa Mariano Moreno. En el camino lo interceptaron tres jóvenes que pretendían robarle la moto y se produjo un enfrentamiento. La víctima del asalto recibió un disparo en la pierna que le provocaría la muerte horas después. El uniformado hirió a los supuestos cómplices del chico. Uno de ellos sería Hugo Cáceres, quien murió después en el Centro de Salud. El otro, mayor de edad, fue identificado como “Cotolo”. Este recibió un disparo en una pierna y aún se encuentra prófugo.
Por la tarde, personal de la División Homicidios, al mando de los comisarios Hugo Cabezas, Sergio Juárez y Diego Bernachi, reunieron los testimonios para identificar a los supuestos autores del crimen. Antes de lo que fueran a buscar a su casa, J, acompañado por su madre y un tío -sus nombres se mantienen en reserva por cuestiones legales- se presentaron para contar lo que había pasado.
“Fue un testimonio duro. Nos sorprendió la manera en que lo contó. No parecía la de un chico de 14 años”, explicó Cabezas. El menor, que al ser inimputable nunca será enjuiciado por este crimen, fue trasladado al Instituto Roca. Ayer por la mañana, fue presentado en un Juzgado de Menores, donde se definirá qué será de su futuro, ya que la ley impide que permanezca encerrado en un establecimiento.
El padre de J está detenido en el penal de Villa Urquiza acusado de ser uno de los integrantes de la banda que asaltó a un conocido empresario del este de la provincia. La madre, según confiaron fuentes judiciales, proviene de una familia que tiene antecedentes por cometer escruches en diferentes ciudades de la provincia.
Antecedentes y algo más
Pese a su corta edad, el adolescente, también fue detenido en varias oportunidades al estar acusado de cometer robos. A diferencia de otros menores que tienen problemas con la ley, reconoció que solo consume marihuana de vez en cuando. J, según confiaron varias fuentes consultadas por LA GACETA, confió que, junto a “Huguito” y “Cotolo”, se dedicaban a cometer asaltos.
“Metíamo (sic) un caño cada rato. Salíamos y a veces conseguíamos hasta $20.000 por día”, habría reconocido. El menor destacó que el dinero que obtenían en esos asaltos lo utilizaban para comprar ropa y celulares. J, de acuerdo a los datos aportados por los investigadores, al presentarse junto a sus parientes, lucía prendas que superaban los $ 5.000. “Las zapatillas eran nuevas y en el mercado tienen un valor de más de $2.000”, dijo un uniformado.
“El ‘milico’ venía con el arma remontada. Era una nueve cromada. Hizo tres veces pum, hirió a los chango y le pego un tiro a la moto”, habría contado ante las autoridades demostrando saber sobre las diferencias y el uso de armas.
El adolescente dejó en claro que maneja a la perfección los códigos de los asaltantes. “Con ‘Cotolo’ está todo mal. Los chicos del barrio no lo pueden ni ver. Él dejó abandonado a ‘Huguito’ en la calle en vez de llevarlo al hospital porque sabía que iba en cana”, habría asegurado.
Los pesquisas, de acuerdo al testimonio del menor, establecieron que el único mayor del trío condujo hasta una vivienda que aún no está determinada. Allí dejó la moto Twister blanca en la que se desplazaban, los tres se subieron a una Honda CG roja y tiraron a ‘Huguito’ en la puerta de la casa de su novia, al frente de la comisaría de El Colmenar. “Lo’ chango’ le gritaban que lo llevemo’ al hospital. Pero ‘Cotolo’ no quiso. Fue a buscarla a la madre de Hugo, que es re trabajadora, la trajo hasta ahí y después se fue. Por eso lo’ chango’ del barrio lo quieren matar”, dijo el adolescente en Tribunales.